Mientras todo
se asemeja a un puente con forma de cisne
que reposa tranquilo sobre la sal
de un mar antiguo que hace mucho yace con los hombres muertos.
Es un todo elegante que no se hunde
y nos hace pensar que el mar sigue ahí
cantando varias canciones de cuna
en las que el cisne se mece y acicala
sustraído a la gravedad y al cieno
esperando la hora de dormir
y de despertar.
Todos miramos el puente
y no osamos cruzar el lecho salino y seco
por temor a olvidar el agua.
Por temor a mojarnos los pies en el recuerdo del agua.
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