He encontrado palabras hogar en las que dormían ciudades nuevas deshabitadas, y palabras recuerdo, en las que yacían enterrados los bellos cadáveres de nuestros antepasados.
He encontrado palabras música, empeñadas en resonar por encima de sus significados, en necesaria y caduca unión, como la de una costra a su herida.
He encontrado muy pocas palabras palabra, unívocas y secantes. Al principio pensé que padre lo era, pero murió. Luego casa, pero ardió. Luego paz, pero hubo hombre. Y al fin madre, pero morirá. Así desistí en la búsqueda.
Intento morarte, palabra, dentro del viaje, desbastando los parajes que me impones y buscando madrigueras en las que parir, lanzar todos mis gazapos a la conquista del silencio, la espera, la zanahoria y el halcón
Intento habitarte, palabra hueca, aprestado el tiempo en perderse y cambiarnos por la poca moneda que queda en el bolsillo del poeta borracho, del ilustrado mendigo que no sabe si es presa, cazador, reo, o liberado entre tanto asesino del recuerdo.
Intento no ceder al anhelo de describirte, palabra, ignorando que gano cuanto pierdo, como si fueras ajena a mí, mundo hueco, hueca cáscara de verbo, primera palabra hijo, deletreada en la sombra.
Ahora la palabra absoluta es hijo. Veremos cómo se nos aturden los significados con el paso del tiempo. Veremos cómo la palabra camina sola.
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