Podría entrar en silencio, de puntillas
no me dejas ni lugar ni tiempo
más luminoso y cálido a mi mano.
Es por mirar en el brillo tu sombra,
inexistente y a la voz de Dios sorda,
por lo que me he perdido en el laberinto
negro y de aroma húmedo
que es cerrar los ojos besándote.
Álvaro Hernando, Geografía del alma.
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